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11 de agosto de 2008

¿Son las seudociencias un mal para la sociedad?

Hoy navegando en la web me encontré con un blog muy interesante sobre difusión de la ciencia, cuyo nombre es la ciencia por gusto de Martín Bonfil Olivera, un divulgador de la ciencia.

Abajo podrán leer uno de sus escritos que publica semalmente en el Milenio Diario, cuyo tema principal es sobre el peligro de las seudociencias y las charlatanerías, las cuales pareciera que cada vez son más comunes en la sociedad.

Es muy común que supuestos "curanderos, brujos, videntes" se aprovechen de los problemas de la gente para estafarlos económicamente y emocionalmente, y en algunas ocasiones dejándolos más vulnerables y con un problema mayor del que tenía inicialmente. Una manera de combatir estos casos es informando a la gente sobre los peligros de la charlatanería, así que los invito a leer la siguiente nota:

PELIGROS DE LA CREDULIDAD
por Martín Bonfil Olivera, Publicado en Milenio Diario, 6 de agosto de 2008

Cada vez que se habla en contra de supercherías y seudociencias, alguien se queja de la “cerrazón” de los científicos, o de su soberbia por “pretender saberlo todo” y despreciar las creencias de mucha gente.

La acusación es injusta: los científicos no saben todo (serían imbéciles si lo creyeran, además de quedarse sin trabajo) ni, como comunidad, son cerrados. Simplemente, exigen ciertos estándares de calidad para aceptar una afirmación: básicamente, que haya pruebas convincentes y que sea coherente con lo que ya se sabe. Incluso, de vez en cuando, con pruebas contundentes, aceptan algo que vaya completamente en contra de lo que se sabía: ocurre entonces una revolución científica.

En cuanto a las creencias, más que desprecio se trata de honesta preocupación por el bienestar del prójimo. Hablamos de creer en ovnis tripulados por marcianos, o que leyendo las plantas de los pies se pueden detectar enfermedades (reflexología), o que acomodando los muebles y decoración de nuestra casa el chi, fluido imperceptible, correrá de manera propicia para tener salud y prosperidad (feng shui: ¡no deje destapado el excusado: puede quedar en la miseria!). Sin olvidar, claro, a la astrología: los astros influyen en nuestro destino.
La lista podría seguir, pero el patrón es el mismo: afirmaciones sin fundamento, y que nos exigen “creer” sin necesidad de pruebas. Un lector abierto a estas creencias podría preguntar, “¿y qué daño hacen?”.

La verdad es que mucho: aparte de ser un engaño, muchas de estas creencias pueden dañar la salud de sus adeptos, pues prometen sanar enfermedades a veces graves con tratamientos imaginarios o inútiles. Y hay un daño mayor: al promover la “apertura” a creencias sin fundamento racional y sin pruebas, las seudociencias socavan la capacidad crítica y fomentan la credulidad del público: debilitan su sistema de defensa intelectual y lo convierten en presa fácil para charlatanerías mucho más peligrosas, como el negacionismo del sida (que dice que el VIH no existe, que la enfermedad no es contagiosa y que los antirretrovirales tratar a los seropositivos son venenos). Combatir supercherías y seudociencia no es intolerancia ni cerrazón: es la única manera de evitar que el pensamiento científico quede relegado a los rincones académicos, mientras el gran público es víctima de merolicos

Link al blog: http://lacienciaporgusto.blogspot.com

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